Hoy os quiero hablar de un tema menos «agradable» que de costumbre, últimamente no puedo dejar de fijarme cómo se comportan las parejas que conozco o que veo por la calle, en restaurantes, cafeterías… Y no puedo dejar de apreciar que hay muchas parejas disfuncionales, dependientes, y con roles de poder tóxicos. ¿Qué está pasando con las relaciones sanas de comunicación, respeto e igualdad? (¿Tienes dudas de cómo es tu relación? Lee esto)
Si lees las opiniones de profesionales sobre el maltrato, verás que realmente no hay una «causa» clara que lo provoque, como sería el caso de una enfermedad mental, o un abuso del rol de poder, o un exceso de dominación. No obstante, normalmente los psicólogos y psiquiatras se inclinan más hacia pensar que una de las causas básicas de este tipo de abuso, es el propio sistema desigual sobre el que se basa la sociedad.
¿Cómo suele comenzar el maltrato? Si hablas con psicólogos, psiquiatras, e incluso personas ex-maltratadas, verás que si se produce un patrón de comportamiento y es que la propia persona maltratadora, suele comenzar acosando a la que va a ser su víctima, va a ir reduciendo su libertad y también la irá aislando poco a poco. Por otro lado, también va a ir haciendo que se sienta insegura, su autoestima vaya decreciendo y de esta forma sea poco a poco una persona más dependiente (de esta forma la propia persona maltratadora hace que aunque a veces la persona maltratada quiera, no abandone la relación)
¿Tu pareja te reprende constantemente, te trata como una niña/o, como si fueses torpe, intentando que cambies tu forma de ser/actuar/relacionarte? Estas son también formas de maltrato.
El síndrome de estocolmo
Muchas veces, la persona maltratadora, también muestra abuso de poder, cuando a la persona maltratada se le provoca culpabilidad de forma frecuente, lo que suele ocurrir, es el síndrome de estocolmo, y es que esta misma persona evita generar cualquier tipo de conflicto (Aunque el origen real del conflicto realmente no sea esta persona).
Rasgos comunes (no exclusivas) de las personas maltratadoras
Aunque cada persona es un mundo, los psicólogos creen que ciertos comportamientos se producen de una forma más frecuente en personas maltratadoras.
Además suele producirse que a pesar de tener una personalidad totalmente egocéntrica, este tipo de personas NUNCA lo suelen reconocer.
- Personalidad exigente, posesiva y dominante
Una de las primeras cosas que se producen es el aislamiento de la víctima, con esto, la persona maltratadora va a transformar la personalidad de la víctima, haciendo que al no tener apoyo externo, se vuelva dependiente. Esta es otra forma más de ejercer su «poder» con la víctima de sus actos.
La mala leche, es la mala leche, no hacen falta explicaciones.
- Ridiculizar o humillar públicamente
Esto también tiene la contrapartida de que también minimizará cualquier progreso, éxito u logro que su pareja haya podido conseguir, esto provoca que al salir siempre los «fallos» personales antes que las virtudes, a la víctima le dé la sensación de «hacerlo todo mal». ¿Qué tenemos como consecuencia? Se destruye la confianza y autoestima de la persona que lo sufre.
- Personalidad controladora-paranoica
La persona agresora puede llegar a considerar a la víctima como de su posesión.
- Personalidad violenta y agresiva
El grado de agresividad irá creciendo conforme pase el tiempo.
¿Identificas tu situación con algo de lo que estás leyendo? No lo pienses más, huye de esa relación, ¡¡¡NO des ninguna oportunidad más!!!
A continuación voy a facilitar un texto de las tácticas de abuso emocional más comunes escrito por Jennifer Delgado para Paradigma Terrestre.
Tácticas de abuso emocional mas comunes:
El abuso no solo es físico, también es emocional, mental y verbal. Sin embargo, mientras que la violencia física es obvia, otros tipos de abuso son más sutiles y difíciles de detectar, incluso para la persona que está siendo sometida.
Además, el principal problema es que a menudo el abuso emocional es cometido por una persona cercana, a la que queremos y de la que no esperamos semejante comportamiento. Por eso, cuando nos damos cuenta es porque ya estamos enredados en la tela de araña que ha construido a nuestro alrededor.
Todo suele comenzar con un comentario casual sobre un tema intrascendente, como el color de las cortinas, los platos por lavar o llevar el coche al mecánico. Esa persona se encargará de sacar de contexto la situación y, en vez de limitarse a señalar un hecho, realizará una acusación para que el otro se sienta mal.
Obviamente, cuando alguien se siente acusado, lo más usual es que intente defenderse exponiendo sus razones. Sin embargo, no servirá de nada porque el acosador no pretende entender o solucionar el problema, tan solo quiere atacar. En realidad, su objetivo no es que la otra persona lave los platos o que lleve el coche al mecánico, esta es únicamente una excusa para comenzar el juego de la manipulación y darle rienda suelta a su ira.
Marionetas en las manos de otros:
Las técnicas de manipulación más dañinas
- Gaslighting. Este término proviene de la obra de teatro “Gas Light”, en la cual el protagonista intentaba convencer a su mujer de que estaba loca, manipulando diferentes objetos de su entorno e insistiendo en que estaba equivocada cuando ella le hacía notar esas variaciones.
En la práctica, esta persona se dedica a presentar falsa información, para hacernos dudar de nuestra memoria y percepción y, en última instancia, incluso de nuestra cordura. El abusador suele comenzar negando que determinados eventos hayan ocurrido, hasta llegar a escenificar situaciones raras que desorientan a su víctima. De esta forma, terminamos dudando incluso de lo que dijimos un minuto atrás.
- Silencio. El silencio también se puede utilizar como una táctica de abuso emocional. De hecho, la indiferencia asociada al silencio causa profundas heridas emocionales porque no solo aumenta el nivel de ansiedad en la víctima sino que también daña profundamente su autoestima y provoca una enorme inseguridad.
El abusador usa el silencio para castigar a su víctima, simplemente no responde, se muestra frío y distante. De esta forma, tensa al máximo la cuerda, hasta que la otra persona no puede más y termina disculpándose por algo que no ha hecho. Así el abusador logra su objetivo: dominar y manipular jugando con las emociones.
- Proyección. Básicamente, se trata de un mecanismo de defensa a través del cual les atribuimos a otras personas deseos y sentimientos que son nuestros pero que no reconocemos como propios porque desequilibrarían la imagen que tenemos de nosotros mismos. Así, al proyectarlos sobre otros, nos sentimos aliviados.
En el abuso emocional, la persona lo que hace es proyectar sobre su víctima sus propias inseguridades, miedos y problemas. Por eso, acusará a la otra persona de mentir, cuando en realidad es él quien miente, o le acusará de ser infiel, cuando en verdad es ella la que traiciona. En práctica, se trata de descargar su responsabilidad sobre el otro, para crear confusión y cambiar su autoimagen, diseñándola a su imagen y semejanza.
- Intimidación encubierta. La persona que recurre a las tácticas de abuso emocional no suele emplear la agresividad y la violencia, al menos no de forma evidente porque su principal objetivo es manipular a su víctima sin que su imagen se vea dañada. Por eso, en muchos casos suele recurrir a la intimidación encubierta.
Es fácil percatarse porque su discurso está plagado de amenazas indirectas, que quedan implícitas en sus palabras. De esta forma, le deja claro a su víctima cuáles serían las consecuencias de sus acciones y, de paso, puntualiza que la responsabilidad es únicamente suya, se lava las manos. Por ejemplo, puede decir: “entiendo que no hagas nada, pero así terminarás con nuestra relación” o “si no inviertes ahora mismo, perderás todo tu dinero”.
- Victimismo. Cuando todas las tácticas anteriores fallan, el abusador suele recurrir al victimismo. En práctica, descarga su responsabilidad en el otro, haciéndose pasar por la víctima de la situación. De hecho, incluso es común que terminemos compadeciéndonos y sintiéndonos mal por nuestro comportamiento, cuando en realidad no hemos hecho nada malo.
De esta forma el abusador genera un sentimiento de culpa que mantiene a la víctima atrapada en su tela de araña. La empatía nos hace caer en sus redes y, al convertirnos en el “malo de la película”, somos más proclives a ceder a sus demandas. Así nos manipula sin que seamos conscientes de ello. Frases típicas de este tipo de manipulación emocional son: “con todo lo que he hecho por ti y así es como me pagas” o “me he sacrificado por ti y no lo consideras”.
Posdata: Recuerda que la manipulación emocional es un juego muy peligroso, donde siempre hay alguien que sale dañado. Por eso, cuando notes alguna de estas tácticas, ponles freno. De la misma forma, considera que en ocasiones somos nosotros quienes usamos inconscientemente alguna de estas estrategias, quizás porque tenemos miedo de perder a la persona que amamos o porque no tenemos suficientes argumentos. En ese caso, haz un examen de conciencia porque la manipulación nunca es la mejor alternativa.
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